Siempre digo que tengo una inseguridad personal. Bien eso es verdad y hoy caminando por la calle recordé que esto me pasa desde chica.
Me acordé que cuando iba a una heladería siempre pedía helado de dulce de leche. El heladero me miraba y me decía:-¿solo dulce de leche?-.
-No, en realidad me estoy haciendo la misteriosa y ahora en un rato te digo el otro gusto- pensaba yo.
Lo cierto es que siempre pedía este mismo gusto, ya de grande empecé a alternarlo con un sambayon, un banana splits y hasta un chocolate con almendras, pero nunca dejaba de lado mi tan querido dulce de leche.
Bueno esto hasta acá no tenía nada de malo, lo malo fue cuando un día me dije:- voy a probar con otros gustos, esta vez no voy a pedir dulce de leche, esta vez voy a cambiar.
Les digo una cosa, nunca pude. Algo hacía adentro mío que no pidiera otro gusto. Es más, a veces ni pensaba para pedir rápido, pero me taraba en el mostrador y lo único que atinaba a decir era:- eeeeh, dame dulce de leche y sambayon.
No sé si tengo miedo al cambio o tengo mucho amor por este gusto, pero en serio les digo, no puedo cambiar. Sea lo que sea siempre termino pidiendo lo mismo, no me animo a elegir otra cosa, tengo miedo de haber pedido algo que no me guste y haber perdido la chance de comer mi helado preferido, no se… es muy extraño. Siento que estoy atrapada en una barrera o en un pozo del cual no tengo salida. A veces pienso en mandar a otra persona a comprar pero después de unos segundos termino yendo yo porque tengo miedo de que pidan menta granizada, quinoto al caramelo, o algún gusto extraño.
Otra cosa que también me da inseguridad es la fila del supermercado. Créanme que soy experta en elegir la fila que mas tarda. Es ley.
Siempre digo:- Bueno esta parece que va rápido o esta me parece que tiene poca gente. La cosa es que por alguna razón la fila se tara y no avanza más. O la maquina para pasar la tarjeta se rompe, o el que esta adelante se olvidó alguna cosa y la fue a buscar. Siempre me pasa algo y termino tardando más que las filas largas. Es más, la gente me mira como diciendo:- ¡chau boluda! ¡Esperá un ratito más!
Es horrible, tan horrible como elegir la porción de pizza más grande y al levantarla que se caiga toda la muzarella a la porción de al lado. ¿No es frustrante eso? Se te va cayendo de a poco y terminás con el triangulo de pan y tomate.
O es tan feo como comprar una gaseosa y al abrirla descubras que no tiene gas.
O tan feo como cuando vas viajando a tu casa con hambre y sabes que en la heladera habías dejado algo rico y cuando llegás no está! Alguien se lo comió.
Es así, me pasa siempre.
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