domingo, 20 de junio de 2010

velatorios!!!

Buenas, vengo de un velatorio. Se murió el abuelo de un amigo y lo estuve acompañando en el velorio.
Hay algo que es terriblemente curioso, y es que en las casas de velatorios hay de todo, hasta un bar. Debe ser el único bar que está abierto las 24 horas.
Ahora, fijáte que entrás y lo primero que ves son las coronas de flores. Nunca entendí bien por qué se llaman coronas. Qué ¿se las ponen en la cabeza a los muertos? Más que corona debería llamarse salvavidas. Ahora que ironía, regalarle un salvavidas a un muerto.
Lo más extraño son los mensajes de las coronas, “tus nietos no te olvidan”, “tus compañeros de oficina no te olvidan”. Al final pensás:-¿A quién se lo dirán?
Porque no creo que el muerto se ponga a leer esas frases. Y encima, ¿Cómo que no te olvidan? ¡¡¡Si acaba de morirse, como para olvidarse!!!
Pero menos tiene sentido, las conversaciones de la gente en los velatorios.
De repente llega uno y dice:- no somos nada.
¿Pero cómo que no somos nada? ¡¡¡No será él nada, pero yo si soy algo!!!
O te dicen:-hoy estamos acá, mañana allá.
Y bueno, eso es lo bueno de los que tienen coche-pienso yo.
Ahí en los velatorios te das cuenta de que si querés que todos hablen de vos, lo mejor que podés hacer es morirte.
Entonces, empezás a hablar con uno, con otro. Hasta que siempre terminan hablando de comida. Y ahí alguien salta y dice:- hablando de comida, ¿Se acuerdan cómo le gustaba el pollo? ¿Te acordás la vez que se comió 3 pollos seguidos?
Y salta otro y dice:- ¿Y la vez que se tomó todo y casi termina con coma alcohólico?
Entonces yo pienso:- Perdónenme, pero si se comía 3 pollos seguidos y además tomaba tanto, lo raro es que no haya muerto antes.
Y con estas anécdotas del muerto, la gente se empieza a soltar y a reírse. Hasta que uno dice: “¡¡Aaaaaaay!!… si no nos reímos, ¿qué vamos a hacer…?”¿Cómo que qué vamos a hacer? Vamos a llorar ¡qué para eso estamos en el velatorio!
Pero si hay algo que a mí me impresionan son las frases del pésame. “Te acompaño en sentimiento”, “Ya pasó a mejor vida”. En esta última sí que tiene razón. Porque el pobre pasó toda la vida con muebles de aglomerado y ahora lo metieron en un ataúd de roble macizo.
En fin, yo no tengo claro lo que quiero que hagan conmigo cuando me muera. Había pensado en la incineración, pero no me convence. Porque van los familiares con las coronas de flores y el ataúd, y al rato salen con una copa de cerámica. Entre las coronas y la copa parece que vienen de ganar las olimpiadas.
Así que estoy pensando en donar mis órganos así como así.
Sin velatorio ni nada.
Las orejas, las dono al museo de cera. El corazón se lo donaría a algún jugador pecho frío. Y el hígado, bueno ya no queda mucho de él…pero que se lo regalen al próximo borracho que haya pasado por un happy hour.

Gracias,
Yumy

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