martes, 19 de abril de 2016

La actividad física y el gordo, no van de la mano:

Buenas, está llegando Abril. Más bien, está pasando Abril y todavía tenes esos kilitos de más producto de los helados, churros costaneros, comida chatarra y todas esas cosas por las que una no se priva en vacaciones. Viste que es raro pero las mujeres nos pasamos el año cuidándonos de no engordar o tratando de adelgazar. Siempre con alguna excusa. Me tiene que entrar el traje de baño, me tiene que entrar este jean de hace 18 años. Lo malo es que siempre nos cuesta lo mismo. Hacer gimnasia y dieta para adelgazar. La vuelta de las vacaciones es terrible. Una se pasó los tres meses anteriores cuidándose de las tentaciones y asistiendo a clases de gimnasia (luego abandonadas) para perder la cordura ante el primer puesto de choclos en la playa. Y después vienen las tortas fritas y churros, la hamburguesa y el pancho. Y cuando te queres acordar ya tenes todos esos kilos con los que empezaste o tal vez más. Una vez que estás en la playa ya no te importa mucho cuidarte. Es como que ya llegaste, te entró la maya, suficiente. No jodan más! Y ahí es cuando le entras a todo lo que venga. Paellas, pizzas, pochoclo. Todo lo que ves te lo queres comer. El helado a la noche es como rezar el padre nuestro, todas las noches sin excepción. Lo peor es que a la vuelta de las vacaciones que pasa? Tenes que ponerte un pantalón y no te entra. Encima cuando te lo probas decís: se achicó, se encogió en la última lavada, qué paso? De repente te quedas ahí mirando tus piernas gordas y como haces fuerza para que entre ese miserable que por alguna razón no quiere entrar. Ponele que conseguís ponértelo, te sentís amatambrada. Como un fiambre embutido a punto de reventar. Sabes que ese botón puede cometer un crimen en cualquier momento. Y lo peor de todo, olvídate de agacharte o moverte. Con ese pantalón tenes que caminar sin flexionar las piernas y sobretodo sin respirar. Lo peor de notar que engordaste no es con la postura de un jean solamente. Sino a la hora de volver a comprar ropa. Otra vez te das cuenta de que no entra en el probador. Y esas luces que te dan en la frente te achuran. Porque las gordas traspiramos de más. No me pregunten por qué pero es así. Una gorda camina media cuadra y ya te chiva como si hubiera corrido una maratón. Lo malo de la gorda es que el bigote de sudor la delata. O la falta de respiración cuando entras al subte. Es insoportable, te sentís gorda y te excusas con: “estoy inflamada”, “estoy hinchada”. Chicas, no existe tal hinchazón, no nos hagamos las boludas. Estamos gordas. Y lo mejor para solucionarlo que es? Hacer promesas vanas que luego morirán en el intento. Por ejemplo: El lunes empiezo la dieta estricta, pero bien estricta. Ah y gimnasia! Si si la gimnasia hace bien, no puede faltar, basta de helado, basta de fritangas, basta de todo. El lunes vida nueva… Y una se lo cree. Esa mentira se la cree! Está ahí disfrutando del “último” pancho, la “última tentación dulce”...porque se supone que el lunes, te convertís en otra. Quiero decirles que nada de esto pasa. El lunes llega y nos encuentra “hinchadas” otra vez, nos sentimos pesadas, nos duele la panza de todo lo que morfamos, otra vez la ropa maldita que no entra. Pero bueno vamos a empezar con “la promesa”. Estamos en el desayuno, todo bárbaro. Hasta ahí la dieta se cumple al pie de la letra. Infusión con tostada con queso descremado y todas esas cosas light que uno puede comer. De repente a media mañana o al mediodía ya estamos con hambre. Primer problema. Si estamos en una oficina, olvídense de ir a comprar ensalada y gastar fortuna en dos hojas verdes y un tomate. Si pedimos tenemos que pedir algo “livianito”. Por lo general confundimos livianito con poco. Y terminamos pecando con una empanada o una porción de tarta. La tarta es tramposa. Parece light pero está hecha con aceite, manteca, salsa blanca, verdura, y masa. O sea. Harinas. Primer pifiada adentro. Ahora si no trabajas y estás en tu casa, pasa lo mismo. Porque estás ahí y sabes que no quieres comer ensalada. Y si la comes seguro vas a sentir que tenes que comer una galletita dulce o algo como para sentirte plena. Qué difícil es cuidarse. Bueno si resistís esa tentación, ya es in golazo. Ahora viene el temita de la actividad física. Sabes que tenes que hacer gimnasia pero te da calor, te cansa, no tenes ganas, te duele algo. Siempre una excusa para no hacer gimnasia. Empezas diez minutos en la bicicleta fija. Te sentís agotada, queres morir. Miras el tiempo y no se pasa más. Para mí es a propósito. Nos gusta sufrir. Viste que cuando miras la novela se te pasa volando el tiempo. Pero acá es distinto, el minuto dura una eternidad. De a momentos sentís que las piernas son de goma y no das más. Ponele que llegaste a hacer cuarenta minutos. Considérate plena si llegas. Porque en el medio ya te acalambraste, te falto al aire y llegaste con la última gota de nafta. De repente sentís que sos toda una deportista. Porque hiciste solamente 40 minutos de caminata intensa. Ni siquiera trotaste, no corriste. Pero ahí estas vos diciéndote mentiras: bien lo logre! Hice deporte! Y eso es la muerte, porque es ahí cuando te empezas a dar gustos porque ahora sos “deportista”. Entonces decís: bueno me como una ensalada de fruta porque hice gimnasia tengo que reponer energía, bueno me como una milanesa porque tengo que reponer energía, bueno me como una ensalada porque tengo que reponer energía. Y ahí vas sumando sumando sumando y resulta que esos 40 minutos de gimnasia no sirvieron para nada. Otra vez estás vos ahí, consumiendo comidas light tratando de engañarte pensando que no engordan, pero todos sabemos que el exceso engorda. Así es como tú lunes termina deprimido y el martes tiras todo por la borda. O seguís con ese ritmo durante una semana que es lo máximo que alcanzas para hacer una dieta. Después de la dieta viene la otra mentira obligatoria que te decís: bueno está bien, el lunes arranco pero “cuidándome”. “cuidarse” es como el pase libre a comer de todo sin medida. Es la previa al boliche. Es el pre derrape. Así que no te deprimas. Cuando te pase, podes reemplazar el: “el lunes me cuido” por “el lunes empiezo la dieta estricta, sí. Y así podes engañar a tu estomago un par de semanitas hasta que empieces a ver más cercano ese pantalón que antes no entraba y también vas a ver como tu silueta empieza a recuperar si forma natural. Cuesta cuidarse pero no hay nada más lindo que llegar a la meta, aunque te caigas doscientas veces. Lo importante es no dejarse vencer. Las dietas se rompen, lo que no puede romperse es un pantalón porque ahora ya no te entre. Lo importante es seguir intentando…persevera y triunfarás dice el dicho…bueno. A seguir intentando que tenemos que vernos bella para el verano (tenemos un año de ventaja). Gracias!

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